EUROPA
PRESS
17 septiembre
2021
Mascarilla
y verano, conoce cuáles han sido sus efectos en nuestro rostro
El uso de mascarillas para protegernos,
en este segundo verano de pandemia por COVID19, se ha visto reflejado también
en la salud y el aspecto de la piel del rostro.
Concretamente, según explica la doctora Marta Hermosín, especialista en dermocosmética y nutrición, del
Instituto de Dermatología Integral, se puede observar, dependiendo de la zona
de la cara, un aumento de acné, dermatitis, arrugas y manchas.
En la zona superior, que abarca la frente y la zona periorbitaria (alrededor de los ojos), se puede ver, según
la experta, "una novedad respecto a otros años" que puede estar en
las arrugas, ya que "el uso de la mascarilla puede obligar a algunos a
gesticular con el tercio superior en vez de con los labios para conseguir un
mayor entendimiento".
Existen dos tipos de arrugas: las dinámicas y las estáticas.
Las dinámicas, que son aquellas asociadas a la gesticulación, que se acentúan
en personas más expresivas y se corrigen con neuromoduladores, como son la
toxina botulínica o el ácido hialurónico.
Por el contrario, las arrugas estáticas no varían con la
expresión y se deben, sobre todo, al envejecimiento y al efecto prolongado de
la luz ultravioleta (el llamado fotoenvejecimiento). Estas arrugas estáticas
necesitan un abordaje más complejo, combinando láseres y otras tecnologías
junto a materiales de relleno.
Las arrugas horizontales de la frente, el ceño y las patas
de gallo, pueden estar aumentando en aquellas personas que están forzando su
gestualidad. "El tratamiento indicado en este caso actúa sobre la
musculatura encargada de la gesticulación, haciendo que se contraiga con menos
fuerza, lo que contribuye a disminuir o, incluso, eliminar estas arrugas
consiguiendo un aspecto más relajado y rejuvenecido. Se aplica en cabina por y
sus efectos son visibles a partir de tercer o cuarto día", dice la
especialista de IDEI.
Por otro lado, la mayor exposición solar en el verano se
traduce en una melanina más estimulada, por tanto, la aparición de manchas en
las zonas más expuestas es más frecuente. Melasma, cicatrices hiperpigmentadas
y, sobre todo, lentigos solares son los problemas más habituales tras el
verano.
"Es necesario hacer una despigmentación para que el
rostro en conjunto tenga un tono unificado. Para ello se pueden emplear
peelings con ácidos como el cítrico, el láctico y el kójico
en combinación con láseres como el Q-Switch, haciendo especial incidencia en la
zona superior de la cara, la más afectada por el sol", explica Marta Hermosín. Además, la combinación de tratamientos provoca
una estimulación del colágeno y la elastina, por lo que el rostro también
aparecerá más rejuvenecido, terso y jugoso.
"Es la zona que cubre la mascarilla: mejillas, nariz,
boca y mentón. En este caso, hemos observado un incremento de pacientes con
acné y dermatitis perioral", explica Hermosín.
Empezando por el acné, señala que el verano suele mejorarlo
debido a que los rayos solares tienen una acción antibacteriana,
antiinflamatoria y secante. "El uso de las mascarillas ha hecho que este
año no haya sido así. Fricción y humedad, han sido el caldo de cultivo perfecto
para que los poros se taponen y aparezcan brotes de acné, granitos y puntos
negros", apunta la especialista.
El uso de fotoprotectores solares no hace más que
incrementar el problema. El tratamiento para equilibrar la seborregulación
pasa por el uso de ácidos como el kójico y el
salicílico en forma de peelings médicos. En casos de acnés más severos, existen
tratamientos como la microdermoabrasión, la terapia de fluorescencia o el láser
(PDL), que eliminan las bacterias que proliferan en las glándulas sebáceas y
disminuyen la inflamación y el enrojecimiento.
Como con el acné, la dermatitis también es una patología que
suele mejorar en verano por la acción del sol, pero las mascarillas hacen que
proliferen las bacterias responsables de esta afección dermatológica (también
conocida como maskitis). Se presenta como erupción o
eccema acompañado de sequedad, enrojecimiento y/o inflamación de la zona.
Aunque las personas con pieles sensibles y reactivas tienen
más tendencia a sufrirla, la puede desarrollar cualquier persona. El consejo de
la experta es consultar al dermatólogo para adoptar en cada caso el tratamiento
adecuado es fundamental.
Por otro lado, el sol también puede exacerbar la aparición
de lesiones vasculares (cuperosis, rosácea,
telangiectasias). En este caso, recomienda el uso de láseres vasculares como el
PDL o el KTP o terapias basadas en la fluorescencia son los indicados para
tratar estas afecciones.